Renault Duster: un viaje desde los Cárpatos hasta Los Andes
Puede que este título sea apto para un libro de Julio Verne, pero es una forma clara de presentarles uno de los mayores cambios del nuevo Duster. Esta segunda generación llega desde Rumania, un origen poco habitual en este rincón del mundo, pero que comienza a tener lógica cuando recordamos los fuertes lazos existentes entre Dacia y Renault.
Lo primero es comentarles que este automóvil es una víctima más de la crisis sanitaria, porque su comercialización debió comenzar en marzo, tras haberse develado en enero en nuestro país. Pero la buena noticia es que pese a las adversidades la segunda generación del Duster, producto que ostenta el 25% de las colocaciones totales de Renault en Chile, ya forma parte del catálogo de la marca, aunque cargando con la obligación de convivir por algunas semanas con la unidad saliente.
En Rumania este modelo se produce y comercializa bajo la marca Dacia, un nombre que data de 1966, y en Chile disfrutaremos de ese mismo nivel de calidad con la única diferencia señalada por la insignia que porta en el frente. Recordemos que la primera generación se fabricaba en Colombia, un origen respetable sin duda, aunque para la percepción del comprador chileno siempre será más atractivo un ejemplar con pasaporte europeo, un asunto que no podemos desconocer.
Claro que el cambio de nacionalidad no solo ofrece ventajas intrínsecas sino que otras detectables a simple vista, como por ejemplo esa hermosa mascarilla compuesta por tres barras horizontales que se complementa con una robusta placa de resina que cubre el zócalo; los faros (C-Shape) y los vanos donde descansan los neblineros también son nuevos.
El diseño de la zaga es de cierta manera controversial, porque derechamente hecha mano casi al mismo recurso estético utilizado en el Jeep Renegade para ornamentar la cubierta de las luces de posición, tratando de imitar la superficie de los bidones de combustible que portaban los Willys en la Segunda Guerra Mundial; el resto de los componentes queda exento de críticas o comparaciones.
Se habla de una nueva generación, no obstante mantiene sus cotas exteriores dentro de la misma oferta volumétrica de la primera hornada, con una longitud de 4.341 mm, un ancho de 1.682 mm, una altura de 1.693 mm y con una distancia entre ejes que alcanza los 2,6 metros. Se anuncian además 210 mm de distancia libre al piso, y unas notables capacidades para enfrentar rutas off road, con 33° de ataque y 30° de salida.
Subiendo de nivel
En el habitáculo se detectan materiales de mejor calidad, además de ciertos ajustes en la componentística que le otorgan un aire más juvenil al puesto de manejo. Entre ellos están los difusores rectangulares, el volante deportivo y la central de infoentretenimiento encabezada por una pantalla táctil de 7”, que brinda acceso a la plataforma NAV Evolution. Es una cabina espaciosa y adecuada para cinco ocupantes de complexión considerable, y en el compartimiento de carga la capacidad oscila entre 478 y 1.623 litros.
Las dos versiones anunciadas, Life y Zen, difieren en unos pocos aditamentos, y tomando como base el nivel de entrada Life, la oferta en el ámbito de la seguridad es una de sus mayores credenciales. Se ofrece control de estabilidad, sistema de arranque en pendiente, sensores de retroceso, frenos ABS y doble airbag; en la unidad Zen se suma la pantalla táctil, monitor que obviamente se transforma en cámara trasera.
Por el momento el Duster solo está disponible con tracción delantera, y la ficha técnica limita la oferta a un solitario motor gasolinero de 1.6 litro que produce 115 CV y 158 Nm de torque, un bloque que está unido a una transmisión mecánica de cinco velocidades; así es… es una propuesta algo insípida.
Para el nuevo Duster se anuncian precios bonificados de $10.490.000 (Life) y $11.490.000 (Zen), y en cuanto a la competencia deberá medirse con el Chevrolet Tracker, Ford EcoSport, Nissan Kicks y Volkswagen T-Cross.