Auto de Ayer

Aston Martin: cinco creaciones exclusivas y colmadas de belleza

Esta connotada marca se fundó 1913, pero bajo la denominación Bamford & Martin Limited, nombre que el año siguiente fue reemplazado por Aston Martin. Si bien los primeros pasos no fueron fáciles, al poco tiempo sus personalizados y confiables ejemplares se ubicaban en la cúspide del mercado europeo; conozcamos algunos de ellos… cinco exclusivas creaciones.

Antes de revisar los antecedentes de este quinteto soñado, que lo integran los modelos Sidevalve “Boat-Tail” de 1924, Átom de 1940, DB1 de 1948, DB2 Convertible de 1950 y DBSC by Touring de 1966, es necesario repasar brevemente la historia de la marca que los creó.

La compañía inició sus actividades en 1913, cuando Robert Bamford y Lionel Martin, muy buenos amigos que tiempo antes tenían a su cargo la representación de la marca Singer, se unen con el firme propósito de construir sus propios automóviles, veloces y exclusivos, una visión en la que el automovilismo deportivo jugaría un rol protagónico.

UNO DE LOS MAYORES ACIERTOS PUBLICITARIOS DE LA FIRMA BRITÁNICA SE PRODUJO EN 1964, CUANDO UN ESTILOSO COUPÉ DENOMINADO DB5 DEBUTÓ EN LA PELÍCULA GOLDFINGER, PROTAGONIZADA POR EL AGENTE SECRETO JAMES BOND.

Los modelos de la naciente empresa llevaban las iniciales B & M, hasta que en 1914 la marca se registra bajo el apelativo Aston Martin, nombre que fue tomado de la competencia de montaña Aston Hill C​limb, que se realizaba en Buckinghamshire, y del apellido de uno de sus fundadores. Dicha carrera la ganó Lionel Martin a los mandos de un auténtico Frankenstein, un bólido con motor Coventry-Simplex de 1.400 cc sostenido sobre un chasis Isotta Fraschini, una extraña creación que resultó imbatible en el empinado circuito.

Fue bastante extraño que el apellido de Bamford no estuviese incluido en la marca, porque recién en 1920 Robert renunció a la sociedad, dejando a Lionel Martin bajo la protección financiera del conde Luis Vorov Zborowski, un noble polaco que amaba el deporte motor. Aston Martin brillaba en las pistas, pero no así en la oficina contable, porque el dinero salía más rápido de lo que entraba y ese mal manejo económico motivó el alejamiento del conde Zborowski, el que lamentablemente halló la muerte en 1924 mientras disputaba una carrera en Monza… al volante de un Mercedes-Benz.

La acaudalada familia Benson salió al rescate, claro el poco tiempo las acciones de Aston Martin pasaron casi en su totalidad a las manos de los nuevos mecenas, lo que dejó a su fundador, Lionel Martin, en calidad de empleado de la compañía; quedó a cargo de la dirección técnica. El negocio no lograba repuntar, pese a la buena reputación que habían logrado los pocos ejemplares producidos hasta ese momento, situación que derivó en una seguidilla de movimientos accionarios que concluyó con la fundación de una nueva sociedad, entre los apellidos Bertelli, Renwick y Benson, todos con vasta experiencia en el mundo de los negocios.

La mayor disponibilidad de dinero permitió abrir una nueva fábrica, en la localidad de Middlesex, y cuando en el Salón de Olympia de 1927 fue presentado el nuevo modelo de la marca, Lionel Martin ya no pertenecía a ella. Los ejemplares International, Tourer y Sports fueron bien recibidos por los británicos amantes de la velocidad, sobre todo el motor con levas en la culata que los impulsaba; la producción de los citados modelos duró hasta 1932, para luego ser reemplazados por los aristocráticos New International, Le Mans y Standard. Y una tercera camada de automóviles salió al mercado en 1934, siendo el ejemplar más destacado de esta serie el Ulster, un hermoso biplaza sin techo equipado con un motor de 1.495 cc que producía 91 CV.

En 1935 Aston Martin inscribió su nombre en las 24 Horas de Le Mans, competencia en la que un Ulster cruzó la meta en tercer lugar, pero adjudicándose la primera posición en el ranking de mejores tiempos promediados. En 1936 una vez más Aston Martin cambió de dueño, quedándose bajo los cuidados de Gordon Sutherland, quien realizó ajustes drásticos en la gama de productos y promovió la creación de motores menos potentes… aunque con mayores índices de confiabilidad.

La Segunda Guerra Mundial puso a Europa en pausa, y Aston Martin debió acatar las órdenes gubernamentales. Recién en 1947 se retomó la actividad, pero esos duros años hicieron mella en la salud económica de la compañía y nuevamente la marca debió encontrar un nuevo propietario. Así entró al juego David Brown, empresario y piloto que junto a Aston Martin adquiere la marca Lagonda, creándose una de las asociaciones más recordadas en la historia del automóvil; las iniciales DB comenzaron a verse en los nuevos modelos.

La llegaba de David Brown le aseguró un futuro a la firma británica y dio paso a una impresionante saga de modelos, entre ellos el DB5, el buque insignia del agente 007. Entre sus logros también está la primera victoria absoluta obtenida en las 24 Horas de Le Mans, en 1959, triunfo que corrió por cuenta de un irrompible y veloz Aston Martin DBR 1/300. Y así la historia de la marca sigue su curso, sumando varios capítulos que ya revisaremos, pero ahora es tiempo de hablarles de estos cinco interesante modelos… todos ellos invaluables.

Sidevalve “Boat-Tail” (1924)

En este ejemplar destaca la zaga estilo “Boat-Tail”, cola de bote, sector de la carrocería que está cubierta con reluciente madera. En el frontal exhibe el primer escudo de la compañía, compuesto por los apellidos Bamford y Martin, y aunque resulte curioso este muy bien cotizado automóvil fue construido sobre un chasis de un modelo que resultó destruido en un accidente; su propietario era el piloto de pruebas Archie Gripper.

Átom (1940)

Fue una idea original de Gordon Sutherland, proyecto que inició su desarrollo en 1939 y que se materializó un año después, justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Con el Átom Aston Martin mostraba su visión del futuro, y además de patentarse varias ideas en el ámbito del diseño los ingenieros crearon un chasis armado con barras rectangulares de acero, con refuerzos de goma sólida en los puntos donde se asentaba la carrocería, la que dicho sea de paso se moldeó con aleación de aluminio.

Con este futurista ejemplar Sutherland recorrió más de 90.000 millas, en siete años, mientras que en la ficha técnica se anunciaba la presencia de un motor frontal de cuatro cilindros con 1.970 cc de desplazamiento, un bloque que producía 82 CV y que estaba unido a una transmisión electromagnética de cuatro velocidades.

DB1 (1948)

Comenzaba la era de David Brown y en el Salón de Londres se presentaba el primer ejemplar producido bajo la nueva dirección, y de paso el primer modelo de la posguerra. Su nombre oficial era Two-Liter Sports, pero al final se le conoció como DB1. Para su desarrollo se tomaron algunos componentes del Átom y otros tantos del anaquel de Lagonda, ventaja que por supuesto lo transformó en un deportivo de impecable desempeño.

DB2 Convertible (1950)

Este hermoso descapotable, conocido como “Drophead Coupé”, ostenta el honor de ser uno de los modelos de producción más veloces de su época, gracias a la energía proporcionada por el motor de 2.900 cc que se ocultaba en el vano de proa; el bloque enviaba al piso nada menos que 140 CV, 15 más que la opción de 2.6 litros. De esta variante se fabricaron un poco más de 100 unidades en un periodo de tres años, por lo que su escasez determina su alto valor.

DBSC by Touring (1966)

Este coupé tipo fastback se presentó en el Salón de París de 1966, un proyecto conjunto entre una agónica firma carrocera Touring de Italia y una confundida Aston Martin, empresa que no sabía hacia qué dirección apuntar después del éxito alcanzado por el DB6. Se realizaron dos prototipos, uno con volante a la derecha y otro con el timón a la izquierda, y al año siguiente la unidad de conducción izquierda fue exhibida en Nueva York, donde encontró a su único comprador.

 

 

 

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