Mille Miglia: el inicio y el final de una carrera legendaria
En la víspera de navidad de 1926, cuatro buenos amigos tuvieron la idea de crear una de las competencias automovilísticas más famosas de Italia y del mundo. Un recorrido de 1.600 kilómetros, equivalente a mil millas, que enlazaba los principales caminos de Brescia hasta Roma, para luego regresar a la Región Lombarda; por tres décadas fue un evento de velocidad, hasta que un accidente selló su destino.
Los horrores de la Primera Guerra Mundial de a poco quedaban en el recuerdo y comenzando la década de 1920 las principales potencias europeas intentaban retomar sus actividades, económicas y sociales. No era fácil volver a la normalidad, y mientras que en otras naciones el rugir de los motores ya se escuchaba con fuerza, en Italia el automovilismo deportivo estaba prácticamente muerto… era una víctima más de la guerra.
Muchos amantes de la velocidad estaban desconsolados, frustrados ante la imposibilidad de disfrutar de su gran pasión y, peor aún, viendo como sí lo hacían los fanáticos de Inglaterra, Francia e incluso quienes vivían el otro lado del océano, en Estados Unidos. Entre los dolientes estaban cuatro inseparables amigos, Renzo Castagneto, Giuseppe Mazzotti, Aymo Maggi y Giovanni Canestrini, todos amantes del automovilismo que se reunieron en la víspera de navidad de 1926 para hablar de la vida y de su apego a los motores.
EN LA ACTUALIDAD PARA SER ADMITIDO EN LA MILLE MIGLIA, EDICIÓN DEL PRESENTE AÑO QUE LARGARÁ EN OCTUBRE, LOS BÓLIDOS INSCRITOS DEBEN CUMPLIR EXIGENCIAS MUY ESPECIALES, ENTRE LAS QUE SE CUENTA QUE ESE MODELO EN PARTICULAR REGISTRE AL MENOS UNA PARTICIPACIÓN EN EDICIONES HISTÓRICAS.
En esa tertulia surgió la idea de reactivar el automovilismo italiano mediante una competencia épica, de larga duración, una carrera tan atractiva que incluso los equipos oficiales de las marcas quisieran participar en ella. No está claro cuál de ellos fue, pero uno de los cuatro amigos extendió un mapa sobre la mesa, un plano de la Región Lombarda en el que se trazó un recorrido de 1.600 kilómetros a través de Brescia, que luego iba hacia Roma por el sur y que regresaba al punto de origen; Mazzotti alzó la voz y bautizó a esa carrera como la Mille Miglia… una conversión de kilómetros a millas que por supuesto sonaba muy bien.
Un éxito inmediato
El 26 de marzo de 1927 largó la primera edición de la Mille Miglia, con nada menos que 77 bólidos inscritos, alineación que lideraba el binomio formado por Aymo Maggi (uno de sus creadores) y Ernesto Maserati, quienes enfrentarían las rutas lombardas a los mandos de un Isotta Fraschini. Tras 20 horas de competencia se impuso la experimentada dupla Minoia/Morandi, quienes se valieron de un ejemplar fabricado por la marca Officine Meccaniche Milano, más conocida como OM.
Al año siguiente la Mille Miglia ya había alcanzado gran notoriedad dentro del calendario automovilístico italiano y europeo, tanto así que Tazio Nuvolari (Bugatti) figuraba en la lista de inscritos. También las autoridades locales entendieron la importancia de esta carrera, apoyándola en labores de promoción y mejorando la infraestructura vial en las localidades por donde pasarían los bólidos, caminos que antes de celebrarse la primera edición estaban en pésimas condiciones; es por eso que a la Mille Miglia se le reconoce por haber impulsado el desarrollo de varios pueblos del Municipio de Brescia.
En solo un par de años se desató una fuerte rivalidad entre las marcas locales OM, Alfa Romeo, Maserati y Lancia. Las máquinas cada vez iban más rápido, porque el promedio de velocidad pasó de 77,2 km/h en 1927 hasta 114,4 km/h en 1937, incremento que por supuesto trajo consigo algunos accidentes. Regresando en el tiempo, fue en 1931 cuando el dominio de los fabricantes italianos sucumbió ante la confiabilidad de una marca alemana, de Mercedes-Benz para ser más precisos, de un veloz SSKL conducido por Rudolf Caracciola.
El final de una era
Uno de los primeros accidentes en los que murieron espectadores se produjo en la edición de 1938, cuando un Lancia Aprilia se salió del camino y arrasó con diez personas que contemplaban el paso de las máquinas. Fue un hecho que causó tanto impacto en la opinión pública que al año siguiente la carrera no se llevó a cabo, volviéndose a realizar en 1940 aunque con un recorrido mucho menor; se largó en Brescia y la meta estaba en Mantua… son alrededor de 80 kilómetros.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, la competencia retomó su formato original y en la primera fila estaba un envejecido Nuvolari a los mandos de un Cisitalia. Ese pequeño automóvil no tenía muchas posibilidades con su motor de 1.100 cc, pero si no hubiese sido por el mal tiempo el «Mantovano Volante” habría ganado; en la edición del año siguiente Nuvolari participó, pero esa fue la última Mille Milgia en la que estuvo presente. Murió un año más tarde.
Iniciándose la década de los cincuenta Ferrari ya acumulaba ocho triunfos en 11 ediciones, anotándose además un record de velocidad, 142 km/h obtenido en 1953 con un Ferrari 4100 que era conducido por Gianni Marzotto. Pasando directamente a 1955, un joven piloto inglés se quedó con la victoria al volante de un Mercedes-Benz 300 SLR, bólido color plata que promedió 155 km/h y que fue magistralmente guiado por Stirling Moss; la segunda posición fue para su compañero de equipo Juan Manuel Fangio… finalizando así un periodo de 24 años sin que la citada marca alemana se quedara con la carrera de Brescia.
En la edición de 1956 no hubo mayores novedades, solo la rivalidad desatada entre Ferrari y Maserati, tomando en cuenta que Mercedes-Benz se había retirado del mundo de la competición, como ya sabemos por culpa del accidente ocurrido un año antes en las 24 Horas de Le Mans.
Y así llegó 1957, año que marcaría el final de la Mille Miglia en su formato de largo aliento corriendo a toda velocidad por las vías públicas. El accidente sufrido por el español Alfonso de Portago, quien al momento de estallarle un neumático iba a más de 250 km/h a bordo de un Ferrari 860 Monza, tuvo un costo demasiado alto. Se salió del camino terminando con su vida, la de su navegante y la de diez espectadores… todo eso sucedió un fatídico 12 de mayo.
A pesar de los esfuerzos de sus promotores la Mille Miglia nunca volvió a disputarse en su formato original, pasando de circuitos a convertirse en una competencia de Regularidad Clásica, la que hoy conocemos como la «Corsa piú Bella del Mondo». Es un tema que por supuesto abordaremos en otro reportaje, porque el nivel de dicho evento bien merece ser tratado en profundidad, para entender su formato y disfrutar de la inigualable belleza de los costosos ejemplares que son admitidos en la largada.