Lancia Aurelia B20GT: cuando renacer es una arte

Tras dormir casi cincuenta años en la oscuridad de una bodega, este magnífico Aurelia coupé de 1951 regresó a la vida, un proceso que demandó 4.000 horas de restauración y que nos permite apreciar la refinada estampa de este bólido italiano.

Fue en 1950 cuando la casa del alfabeto griego presentó el Aurelia, un sedán con manillas enfrentadas y que utilizando la denominación B10 cautivó a un público deseoso de conducir un automóvil firmado por Lancia, pero sin que eso significara desembolsar una considerable suma de dinero; el Aurelia no era tan costoso como un Alfa Romeo 1900.

Durante seis años el citado ejemplar se vendió bastante bien, ofreciéndose variantes equipadas con motorizaciones más potentes e incluso siluetas coupé y descapotable, ambas diseñadas por Pininfarina. Al sedán B10 lo complementaba una versión limusina con distancia entre ejes extendida que adoptó el apellido B15, y en toda esta familia estaba presente un bloque V6 con apertura de 60° que fue diseñado secretamente durante la Segunda Guerra Mundial.

EL RESCATE DE EJEMPLARES ANTIGUOS DE COMPETICIÓN ES UNA TAREA TITÁNICA, PORQUE MUY POCAS DE ESAS UNIDADES SOBREVIVIERON AL RIGOR DE LOS CIRCUITOS Y, PARA COMPLICARLO AÚN MÁS, CUESTA RECONSTRUIR SU HISTORIA DEBIDO A LAS INNUMERABLES PIEZAS QUE SE REEMPLAZABAN ANTES DE CADA CARRERA.

El motor del Aurelia B10 era un V6 de 1.800 cc que producía 56 CV, y cuando en 1951 se agregó la tipología coupé se incorporó un nuevo impulsor V6 de 2.0 litros que erogaba 85 caballos; la alimentación estaba a cargo de carburadores gemelos. El Lancia Aurelia B20GT resultó ser más exitoso que el coqueto B24 Spider, el que en 1955 fue rebautizado GT 2500 Convertible para destacar la presencia de un bloque V6 de 2.5 litros del que emanaban 116 caballos.

La suspensión independiente en las cuatro ruedas, la carrocería monocasco y la equitativa repartición de peso que ofrecía el eje trasero formando un mismo bloque con el embrague, la transmisión y los frenos, permitieron que el Aurelia pasara fácilmente de ser un tranquilo sedán a un deportivo coupé.

Pininfarina tomó la plataforma del B10 y le restó 264 mm de largo, quedando con 4.370 mm, así que el trabajo de vestimenta se llevó a cabo en un par de semanas; el coupé era fácil de construir pero igual no se produjeron más de 4.000 unidades para conservar su exclusividad.

El santo grial

En el Salón de Turín de 1951 debutó el Lancia Aurelia B20GT, e inmediatamente llamó la atención de los amantes del automovilismo quienes lo imaginaron con números en sus flancos corriendo a toda velocidad por los caminos y circuitos de Italia.

Y uno de esos entusiastas fue Giovanni Bracco, piloto aficionado y socio comercial de Gianni Lancia, quien luego de adquirirlo se adjudicó el segundo puesto en la Mille Miglia y nada menos que el triunfo de su categoría en las 24 Horas de Le Mans; todo esto en 1951… el mismo año en el que se estrenó el coupé. Motivado por los triunfos europeos Bracco decidió participar en la segunda edición de la Carrera Panamericana, diputada en México (1951), prueba que el veloz Lancia enfrentó luciendo una notable reducción en la altura del techo.

Las exigentes rutas mexicanas no fueron amables con Giovanni Bracco ni con su bólido italiano, porque al cuarto día el B20GT sufrió un aparatoso accidente que lo dejó fuera de la carrera, cuando iba en muy buena posición. Fue reparado y cambió de dueño, volviendo a tomar parte en la Carrera Panamericana el siguiente año, finalizando la prueba entre los diez mejores ubicados.

Mucho tiempo después, dato que no ha sido precisado, el Lancia Aurelia B20GT fue llevado desde México a Estados Unidos. Tras varios cambios de mano se intentó su repatriación a Italia, aventura que no resultó bien porque el ejemplar fue retenido por la aduana de Inglaterra y ahí permaneció almacenado hasta que en 2016 la unidad fue descubierta y rescatada por el restaurador Thornley Kelham.

El especializado taller británico, en el que se han revivido decenas de joyas motorizadas las que luego son exhibidas en los principales museos del mundo, realizó la investigación correspondiente y ahí se descubrió lo valioso que era este Lancia. La restauración tomó tres años, más de 4.000 horas de trabajo, esfuerzo que culminó con un Aurelia B20GT de 1951 en excelentes condiciones, ejemplar que servirá de base para la realización de nueve unidades replicadas (Outlaw) en las que se incorporarán componentes mecánicos actuales.