Borgward: del Isabella y otros grandes amores

Esta marca alemana ganó fama internacional con el Isabella, que se presentó casi treinta años después de haberse fundado la compañía. Este hermoso ejemplar fue muy importante, pero no el único amor del constructor de Bremen, porque otras creaciones le suministraron los capitales necesarios para convertirse en un fértil grupo automotriz, en el que habitaban los fabricantes Goliath, Hansa y Hansa-Lloyd.

Originario de Hamburgo, Carl Friedrich Wilhelm Borgward no era el típico ingeniero alemán de la época (nació en 1890), sino que tenía una visión y un modo poco germánico de hacer las cosas. Era preciso y exigente con su trabajo, claro que sí, pero su carácter amable y su espontaneidad le permitieron hacerse de buenos contactos, amistades que por supuesto le facilitaron el camino del emprendimiento.

Pero más que de la persona hablaremos de la marca, del grupo Borgward para comenzar el relato, una compañía que al año siguiente de su fundación ya se había transformado en un nombre muy exitoso. En la punta de la pirámide estaba Goliath, marca especializada en la fabricación de vehículos de carga y cuyo único modelo equipado con tres ruedas se vendía como agua en el desierto; era una creación sencilla pero muy resistente.

En 1928 inicia sus actividades, en la ciudad de Bremen, la Goliath-Werke Borgward & Co. GmbH, compañía que a poco andar asumió el apelativo Borgward a secas. Las intenciones de su fundador eran claras, porque en su cabeza habitaba la firme idea de crear un poderoso grupo automotriz y para lograr sus objetivos adquiere las agonizantes marcas Hansa y Hansa-Lloyd, a principios de 1930. Así surge el Grupo Borgward, con un acta legal que se firmó recién en 1931 y que sus únicas actividades eran producir el utilitario Goliath y un par de ejemplares de turismo identificados con el escudo de Hansa.

Curiosamente dentro del Grupo Borgward no existía esa marca, y peor aún cada integrante del nuevo clan seguía fabricando sus modelos como si fuesen independientes… sin tener que responderle a un director. Goliath, Hansa y Hansa-Lloyd no trabajaban por un objetivo común e incluso Goliath y Hansa-Lloyd eran rivales en el mundo del transporte liviano; había que poner orden y el golpe a la mesa se produjo en 1938.

Una nueva organización

El nombre exacto del reestructurado Grupo Borgward es Carl F. W Borgward Automobil-und-Motoren Werke GmbH, un apelativo del que no discutiremos su nivel de recordación, pero así se estilaba captar el interés de los inversionistas en los tiempos que precedieron a la Segunda Guerra Mundial. Y dentro de este nuevo orden se sumó la cuarta marca del grupo, Borgward, escudo que en 1938 se vio por primera vez adherido al frontal de un Hansa 1700, modelo que al comercializarse como Borgward fue rebautizado como 2000… claro que en estricto rigor el Borgward 2000 nada tenía de novedoso.

De ahí en adelante no hubo más Goliath, ni Hansa, ni Hansa-Lloyd, porque todos los ejemplares producidos por ese grupo alemán portarían la insignia de Borgward. Pero además de la organización de la gama de productos, los esfuerzos se concentraron en levantar una nueva fábrica, unas instalaciones más grandes y ubicadas en una ciudad estratégica… Bremen.

Las nubes negras de la guerra cubrieron los cielos de Alemania y de toda Europa, tiempo en el que desde las nuevas instalaciones de la Carl F. W Borgward Automobil-und-Motoren Werke GmbH solo egresaron vehículos blindados y tractores para uso militar, colaboración que tuvo sus consecuencias porque la fábrica fue fuertemente bombardeada por los aliados y el ingeniero Carl F. W Borgward debió vivir casi cuatro años privado de libertad; en 1949 la empresa retomó sus actividades y ese mismo año entra en escena el modelo 1500.

Con el Borgward 1500, del que también derivaron el 1800 y el 2400 con motor diésel, ambos develados en 1954, la marca intentó competir con las propuestas de Opel y Mercedes-Benz, con esta última principalmente porque el diseño del 1800 era una copia casi exacta del Tipo 170 “Ponton”. Para desgracia para el constructor de Bremen ninguno de esos ejemplares alcanzó ventas significativas, por lo que el obstinado ingeniero de Hamburgo se concentró en brindarles cierta independencia a las marcas Goliath y Lloyd, que había dejado de llamarse Hansa-Lloyd, inyectándoles capital y destinando tiempo valioso en tratar de reflotarlas.

Lo único que Borgward ganó en este periodo, que abarcó desde 1950 hasta 1960, fue que la marca matriz pudo comercializar un ejemplar de Lloyd con su escudo, el modelo Arabella. Todo lo demás fue una pérdida de recursos, un desgaste que no valía la pena porque se trataba de una estrategia fallida desde el comienzo… tanto Goliath como Lloyd no tenían futuro.

Un hermoso coupé

Por lo general estas historias terminan de un sopetón, pero este no es el caso, porque a pesar de las pérdidas económicas y de no haber contado con al menos un par de modelos que se vendieran bien, el fabricante de Bremen logró sobrevivir hasta finales de 1960; ¿cómo lo hizo?, con el Isabella.

Fue en 1954, en medio de una fuerte crisis financiera y soportando una seguidilla de malas decisiones que amenazaron el futuro de la compañía, cuando debutó el Isabella, un “sedán de dos puertas” como se le solía llamar, el que era impulsado por un bloque de 1.498 cc del que emanaban 60 CV. Este ejemplar, que llevaba el nombre de la esposa del ingeniero Carl F. W Borgward, gustó desde el primer instante y más todavía cuando después de la variante TS fueron reveladas las hermosas líneas del Coupé, en 1957.

Sin quererlo el Isabella Coupé, el que dicho sea de paso contaba con el mismo motor de 1.5 litro pero con 75 CV y cuya carrocería era 12 centímetros más baja que la del TS, volvió a invadir el terreno de Mercedes-Benz, del 190 SL para ser más precisos, pugna que no fue planeada pero que a la firma de Bremen tampoco le incomodaba.

Las buenas ventas del Isabella no fueron capaces de evitar la caída de Borgward, ante el mayor peso de sus rivales coterráneos y por el despilfarro de dinero que produjo el intento de independizar a las marcas Goliath y Lloyd. En 1960 el último modelo de Borgward salió a las calles, el P100, un sedán elegante y de buen tamaño, provisto de suspensión neumática y aletillas en la zaga, detalle este último que lo puso en tela de juicio por su falta de originalidad.

En 1961 cesan las actividades y Borgward deja de existir como marca alemana, entregándoles los derechos industriales a la Fábrica Nacional de Automóviles S.A (Fanasa de México), empresa que mantendría activos por algunos años más (hasta 1970) al P100 y al Isabella TS. También en nuestro país se ensamblaron algunas unidades del Isabella TS, en la década del sesenta por supuesto, reservándose la hermosa variante Coupé solo a la fábrica de Bremen.

En 2008 Christian Borgward, nieto del fundador, anunció que la marca volvería a participar del mercado internacional, aunque esta vez impulsada por capitales chinos. Su primer lanzamiento se produjo en 2015, el SUV BX7, modelo que en su minuto estuvo considerado para Chile y que por diversas razones nunca cruzó la cordillera.